martes, 24 de noviembre de 2009

LITERGATURAS: YA A LA VENTA


- Oye, Betty, ¿te has enterado que ya está a la venta el libro “desde el cielo el cielo no se ve”, ese en que hay incluido un relato del humano macho?
- ¿Ah, sí? Vaya, Mini, pues menudo dolor de cabeza nos espera. Ya lo estoy viendo hablando a todas horas de eso, que si el libro, que si el relato, que si a ver si lo compra la gente, que si…
- Bueno, es normal, ¿no? Si a ti te publicaran algo, ¿no te gustaría que la gente lo comprara?
- ¿Publicar yo? Como no sea un manual sobre adiestramiento de humanos…
- ¿Tú crees que tendría éxito?
- Sí, en las librerías felinas de todo el mundo.
- Ya. El caso es que este libro no se va a encontrar en las librerías, creo. Al menos en las de España.
- ¿Y entonces cómo bigotes va a venderse el libro, tú que pareces saberlo todo, oh sabia e inefable gata?
- Pues a través de la página web de la editorial, Voces de Hoy. Es que tiene su sede en Miami.
- Mmmmm… Venta por Internet, ¿eh? No lo ponen muy fácil que digamos.
- Sí, no es tan difícil. En este enlace: http://www.vocesdehoy.net/concurso_cuentos.html se puede encargar y luego te lo envían a casa.
- ¿Y cuánto cuesta?
- Bah, 27 dólares de nada, gastos de envío incluidos.
- ¿Veintisiete dólares? ¿Y eso en euros cuánto es?
- Pues dieciocho euros de nada.
- Bueno, no es mucho, teniendo en cuenta que lo envían desde Estados Unidos.
- Sí, y que hay un total de veintiún relatos, todos los ganadores y finalistas del Concurso de Relatos Augusto Monterroso.
- Vale. ¿Lo publicamos en el blog, entonces?
- Sí, publiquémoslo, pobre. Seguro que le hace ilusión y tal.
- Sí, de ilusión también se vive, que dicen los humanos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

JOHN CROWLEY: PEQUEÑO, GRANDE


He de advertir de nuevo que nos hallamos ante una de mis principales referencias literarias de los últimos tiempos. Así que lo que pueda escribir o valorar sobre John Crowley es cualquier cosa menos objetivo. Mi afición (¿amor?, ¿rendición?, ¿respeto? No, mucho más que eso) por sus novelas se remite a la soberbia AEgypto, una portentosa odisea en la que el autor juguetea con la construcción de una metahistoria que a través de los siglos surge en la mente de algunos personajes gracias a un concepto tan original y difícil de practicar como el arte de construir edificios y palacios hechos de memoria. El mismo concepto subyace en Pequeño, Grande, un tour de force narrativo en el que Crowley nos convence de que cualquier cosa que pueda haber pasado puede efectivamente haberlo hecho… o no. Ah, ¿Qué no queda claro? Pues nada, lo explico mejor a ver si se me entiende.

Fumo Barnable, un joven de ciudad (Nueva York, supongo), se casa con Alice, una mujer perteneciente a una extraña familia que vive en un remoto rincón del campo llamado Bosquedelinde, en realidad una compleja mansión que nunca es lo que realmente parece y en la que las puertas y pasillos no conducen necesariamente al lugar que uno piensa. A partir de su boda, el recién llegado Fumo descubre que su familia adoptiva tiene unos extraños lazos con un siempre entrevisto “más allá”, un mundo intuido y velado por capas de recuerdos que no son más que sueños e intuiciones que se transmiten de generación en generación en el seno de la familia Bebeagua.

La saga familiar (en la que destacan poderosamente Nora Nube, la echadora de cartas de la familia, Sophie, la hermana de Alice, o Auberón, el único hijo varón de Fumo) transcurre a contracorriente de las décadas, adormecida en un enclave abrigado del flujo del tiempo, en el que las historias se entrecruzan y toman senderos insospechados, en el que los recuerdos no siempre viajan del pasado al presente, en el que la intervención de seres de “otras esferas” modifica expectativas y teje hilos nuevos en el largo telar en el que Bosquedelinde está bordado. En el fondo subyace el Cuento. ¿Qué Cuento? El que la familia Bebeagua está seguro de habitar, el Cuento (así, con mayúsculas) soñado y prometido hace décadas, del que son protagonistas sin casi saberlo, pero en cuya conclusión están destinados a tener un papel determinante.

Un papel que finalmente deviene cierto, produciendo el final del Cuento cuando una antigua pariente escindida de la rama principal de la familia descubre un terrible secreto, el despertar de un emperador muerto desde hace más de ochocientos años, y una cruel guerra en el que está en juego la existencia de ese otro universo que la familia Bebeagua intuye sin visitar apenas pero que sabe cierto y real más allá de toda posibilidad de comprobación.

Una ventana a la imaginación, a las historias infantiles, a los cuentos de hadas, al misterio, a todos los “otros lados” habidos y por haber en la historia de la literatura. Un portento de narrativa a mitad de camino entre el género fantástico y el costumbrismo lleno de poesía y de imágenes incomparables. Un gran libro. Una gran novela. Grande John Crowley.

viernes, 6 de noviembre de 2009

LA TRILOGÍA MILLENNIUM: SE CIERRA EL CÍRCULO


No se sabe la de millones de años que hacía que una saga de novelas despertaba el interés, la pasión y casi la histeria que ha cosechado la trilogía Millennium, del desaparecido Stieg Larsson. Ya hemos comentado en este blog las dos primeras novelas de la serie, la correcta e interesante Los hombres que no amaban a las mujeres, y la banal e inverosímil La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.

¿Y la tercera entrega? ¿Qué hay de La reina en el palacio de las corrientes de aire? ¿Hay para tanto? ¿Supera las dos anteriores o está por debajo? Bien, pues después de haberme zampado religiosamente sus chiquicientas páginas, puedo decir que la tercera novela de la saga supera con creces la segunda entrega y se halla como mínimo al mismo nivel que la primera.

No, no es que La reina en el palacio de las corrientes de aire sea una supernovela, no. En mi opinión Larsson es (era) un periodista competente (lo mejor de este libro a mi entender es lo que ocurre en las redacciones de los medios de comunicación), que escribe bien, que sabe trazar complejas tramas y subtramas con desparpajo y agilidad, que supo crear un par de personajes verdaderamente bien conseguidos… y ya está. No revolucionará el género negro, no aporta nada nuevo a la literatura contemporánea (a excepción del curioso marco que supone una Suecia poco retratada en la literatura que nos llega por estos lares), ni descubre nada que muchos otros autores ya hayan explorado mucho antes.

Eso sí, hay que reconocer que sus novelas te las lees de un tirón, que causan cierta larssondependencia, y que son ingeniosas, entretenidas y muy amenas. Poco más. Pero tampoco es algo que haya que minusvalorar en sí mismo. Seguro que Larsson ha hecho leer a muchas personas que no tenían esta costumbre, y si una sola de ellas coge el hábito, bien merecen la pena todos los ríos de tinta que su trilogía ha hecho correr en estos años.