Hasta que te encuentre es la última novela del gran John Irving, el autor de obras tan capitales en la literatura de los últimos decenios como El mundo según Garp, Oración por Owen, Doble pareja o Una mujer difícil. Se trata de una novela de más de mil páginas que narra las vivencias de Jack Burns, un célebre actor de Hollywood que a los cuatro años emprende, acompañando a su madre Alice, lo que parece una peregrinación condenada al fracaso en busca de su desaparecido padre a lo largo de varios puertos de Europa del Norte. Concluida la búsqueda sin resultado positivo aparente, Jack y su madre, tatuadora de profesión, se instalan en Toronto, donde será matriculado en un colegio femenino en el que despertará a las relaciones con las mujeres, al sexo y a su incipiente formación como actor de la mano, principalmente, de Emma Oastler, una adolescente airada y segura de sí misma que lo acoge como mascota, amigo y fetiche.
Buena parte de la trama de la novela recae en las relaciones de Jack con las mujeres: con su distante madre y su amante, la madre de Emma; con sus profesoras del colegio Saint Hilda; con la señora Machado, una mujerona que le hace de canguro y a los nueve años le inicia en las relaciones sexuales; con Michelle Maher, su truncado amor juvenil; con la doctora García, su psiquiatra… Pero sobre todo con Emma Oastler (uno de esos personajes secundarios de Irving totalmente impagables), la única persona a la que, hasta su muerte, es capaz de llamar amiga.
En buena parte autobiográfico, Irving vuelca en Hasta que te encuentre todas las obsesiones presentes en el resto de su obra literaria: la infancia, el sexo desenfocado, la vida del escritor, el amor por las capitales europeas, la lucha libre, el despertar traumático al mundo de los adultos… Pero además en un grado superlativo, pues es fácil reconocer en Jack Burns al propio Irving, e imaginar al autor, de joven, rodeado de ese halo de desconexión consigo mismo y con sus propias emociones que arrastra su personaje, de la ausencia siempre presente de su padre, de la marca indeleble que en sus relaciones con las mujeres causan los abusos sexuales a los que fue sometido siendo aún un niño…
"Lo más destacado de mi niñez es que ningún adulto de mi familia quiso decirme quién era mi padre". La frase no es de Jack Burns, sino del propio Irving, que a través de los años ha exorcizado esa ausencia a través de la escritura. La infancia robada, truncada de forma abrupta por la irresponsabilidad y el egoísmo de los adultos, tema reiterativo en la bibliografía del escritor estadounidense, toma en esta novela su forma más redonda, más plena, tan agresiva y rotunda como una de esas presas de lucha libre tan queridas por Irving y tantos de sus personajes.
"Las novelas siempre tienen que ser más verosímiles que la vida real, porque la vida real no es creíble". Otra gran frase de Irving, que en Hasta que te encuentre entronca como nunca antes había hecho ficción y realidad, creación y remembranza del pasado. Creíble o no, la odisea de Jack Burns tiene un inesperado final feliz: con casi cuarenta años descubre que tiene una hermanastra, que es finalmente quien le pone en contacto con su padre, internado en una clínica mental de Suiza. A tiempo para recuperar los años perdidos, a tiempo para perdonar y perdonarse. A tiempo para iniciar una nueva vida.
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