Leo en la edición digital del diario gratuito ADN que el escritor croata Pero Kvesic ha vendido más de mil libros después de amenazar con quemar frente a una librería del centro de la capital Zagreb todos los libros pendientes de venta de su antología de cuentos La introducción a P. Kvesic. El autor, previamente, había anunciado la quema de ejemplares un mes antes de que se produjese; el día anunciado casi no le quedaba libro alguno que quemar: más de mil libros vendidos en un mes. Casi nada.
Me viene a la memoria el gran clásico de Ray Bradbury Fahrenheit 451, llevada al cine en 1966 por el director francés François Truffaut. En dicha novela, el protagonista, Guy Montag, es miembro de un cuerpo de bomberos especializado en quemar libros (451 grados en la escala Fahrenheit es la temperatura a la que arde el papel), puesto que el gobierno de esa sociedad urdida por Bradbury, totalitaria y paternalista, cree que la lectura es perniciosa para el ser humano. Montag, tras abrir los ojos ante la tropelía cometida por el gobierno hacia los libros y la cultura, acaba escapando y refugiándose en los bosques junto a otros desertores cuya misión es memorizar por entero un libro y convertirse en una auténtica biblioteca viviente, nómada y orgánica, destinada a perpetuar en la clandestinidad la literatura que continua ardiendo en su formato físico. Se trata de un grupo formado por miles de personas, personas-libro que medran entre el follaje y las sombras mientras recitan en voz alta fragmentos del libro que han decidido encarnar.
Publicado por primera vez en 1953, Bradbury (autor de otras novelas decisivas e imprescindibles como Crónicas marcianas, El hombre ilustrado o El país de octubre) usó la novela para criticar tanto la censura de libros en Estados Unidos , como resultado del machartysmo inquisitorial de postguerra fruto del delirio anticomunista del senador Joseph McCarthy , como la quema de libros en la Alemania nazi en 1933.
Afortunadamente, la pesimista visión de Ray Bradbury no se ha hecho realidad (¿aún?), y hoy, al menos en Croacia, la quema de libros parece que sirve para aumentar las ventas (aunque espero que no se convierta en una costumbre socorrida; para eso están las máquinas destructoras de papel). Pero eso no quita mérito a la sociedad de hombres-libro creada por Bradbury. En todo caso, yo me apunto a lo que dijo en su día Jorge Luís Borges:
“Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros;
hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua;en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.
hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua;en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.
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