martes, 21 de abril de 2009

JUAN MARSÉ: CANCIONES DE AMOR EN LOLITA'S CLUB


Este jueves Juan Marsé será galardonado con el Premio Cervantes, un premio que siempre ha rondado aunque su independencia haya hecho que se le haya negado durante muchos años. El hombre del que Vázquez Montalbán dijo que era "el mejor poeta de la posguerra sin haber escrito un solo verso", el escritor que cree que su única obligación moral radica en el uso de la palabra, verá coronada una exitosa carrera literaria, en el que destacan títulos como Últimas tardes con Teresa, La muchacha de las bragas de oro o El amante bilingüe, recibiendo de reales manos el galardón más prestigioso de la cultura escrita española. Esta ocasión es una inmejorable excusa para volver a hablar (más bien escribir) sobre su última novela publicada hasta la fecha, Canciones de amor en Lolita's Club.

Raúl y Valentín son dos hermanos gemelos. Físicamente son atractivos, casi iguales de tan parecidos, pero en realidad son muy distintos, pues hay grandes diferencias entre ambos. Demasiado opuestos para que sean individuos independientes, cada uno podría ser la otra cara del otro, con los dos se podría haber formado a un ser humano completo: ambos poseen todos los ingredientes pero llevados al polo opuesto, al extremo. A uno se le ama y el otro… produce rechazo en cuanto se le ve. Valentín es un ser tierno, inocente, cariñoso, a quien todo el mundo quiere. Parece que todos los personajes están de acuerdo en amarlo y en protegerlo, como si ese fuese el sentimiento ineludible hacia él. Es en realidad como un niño necesitado de protección. Nació con una deficiencia psíquica, y aunque intenta llevar una vida relativamente independiente, su mente no le permite incorporarse al mundo de forma normal. A pesar de todo, su padre le deja hacer, vivir y trabajar en una libertad controlada, sabiendo siempre donde está.

Por su parte, Raúl es un policía que siempre se sitúa al borde del abismo, en su trabajo y en su vida personal. A pesar de que él no sufre de ninguna anormalidad semejante a la de su hermano, tampoco vive una vida normal. Todo en él es extremo, parece incapaz de sentir las emociones corrientes, de amar como todo el mundo. Es violento, borracho, duro y cruel. Sólo lo que siente por su hermano lo redime ante la especie humana. No obstante, y dado su extremismo enfermizo, el amor por su hermano es obsesivo, visceral, y anegado de culpabilidad: la culpa de sentir que él es el normal, que él pudo tener la culpa de causarle el daño irreparable cuando aún no habían nacido, teme que pudo robarle esa normalidad a su hermano en el vientre materno, cuando ambos estaban aún formándose.

La vida de los dos hermanos se precipita. Raúl regresa al hogar paterno, a Barcelona, en una casa en la playa. Tiene que dejar temporalmente su destino como policía en el norte de España debido a sus problemas en el trabajo: su futuro pende de un hilo. Allí descubre que su hermano trabaja en un burdel, se ha enamorado de una prostituta y cuida del resto de las meretrices de aquel local de alterne cerca de la playa, el Lolitas’s Club. Valentín hace de cocinero, de chico de los recados, lee poesía, hace de todo y todos le quieren.
Eso sucede bajo el beneplácito del padre y de su actual esposa, antigua amante del policía.
Valentín iniciará una encarnizada lucha por lo que cree que es salvar a su hermano, rescatándolo de las redes de la prostituta, que a buen seguro, piensa, intenta aprovecharse de su hermano. Es incapaz de entender el amor que Valentín siente por ella, y también se niega a creer en el que ella dice tener por aquel ser deficiente que es su hermano. Raúl piensa, así se lo dirá, que aquello no es más que una burda mentira que sólo se justifica por el interés económico de ella. No comprende ni acepta la permisividad del padre que permite que su hijo trabaje en aquel prostíbulo, con aquellas prostitutas con las que convive con absoluta normalidad, atendiéndolas con la entrega de una madre. No entiende que su hermano es feliz así, ni tampoco que aquella prostituta pueda amar a su hermano.

Por primera vez, Raúl conocerá a través de su hermano lo que es el amor, la pureza de los sentimientos de aquel niño que es Valentín, aunque hará lo único que no podía hacer, lo único que su hermano le pide que no haga: enamorarse de la misma mujer, del mismo amor. El destino de los dos hermanos se enredará fatalmente y Raúl no podrá evitar que sus errores pasen cuentas a su otro yo, a su hermano.

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