lunes, 22 de junio de 2009

SIRI HUSTVEDT: ELEGÍA PARA UN AMERICANO


Hacía tiempo que quería leer algo de esta autora, pues me habían comentado que lo hacía bien. Y no me ha defraudado. En realidad, mi interés tuvo un detonante con toques frívolos, pueriles: Hustvedt es la mujer de Paul Auster. Y eso precisamente debe ser un asunto difícil, pues la imagino convertida fundamentalmente en “su mujer”, y que debe estar sudando la gota gorda para ser reconocida por sí misma, por su propio valor literario y para que la gente no haga lo que yo acabo de hacer en estas primeras líneas. Pero lo cierto es que ser su mujer, por otra parte, debe facilitar el que te lean aunque sólo sea por chafardeo, y ya quisiera yo lo mismo. Pero voy a la novela, que es de lo que se trata, después de estos momentos mundanos y superficiales.

La novela se desarrolla a través de dos personajes principales, los hermanos Erik e Inga. A raíz de la muerte del padre descubren una carta que encubre cierto misterio, que se mantiene en toda la narración. Pero esto que un principio parece lo importante, no es ni de lejos lo que interesa de la novela; de hecho, a mí “esto” (no quiero desvelar nada) me produjo cierta decepción. Es muy interesante el trabajo profundo de los personajes, encantador y especial el personaje de la hija de Miranda, Eggy, y la curiosa relación que va a mantener con Erik. Miranda es la nueva vecina de Erik y lo va a llevar loco de deseo durante toda la novela. Destaco también a Burton, me gustó mucho este personaje, es de los que te calan, al igual que Eggy, tienen una catadura especial, y ambos son de los que cuando cierras la novela los sigues recordando después de los personajes principales.

A través de la lectura he asistido a varias historias a la vez; la de Erik, piscoanalista, separado, enamorado de su vecina Miranda, que investiga el secreto de la carta de su padre ayudado por su hermana. Pero mientras investiga, nos lee también las memorias de su padre, que nos reconducen a su familia de emigrantes noruegos y vuelve a sus orígenes a la vez que a la casa de su infancia. Se nota que Siri Hustvedt trabajó especialmente la mente humana, que se metió a fondo en la psiquiatría, en las enfermedades mentales, que están muy presentes a través de Erik, el cual se enfrenta a sí mismo a través de sus propios pacientes, o de sus reacciones con el ex marido de Miranda, dando la cara a su soledad, a sus miedos, a la muerte del padre.

Inga me resulta una mujer delicada, encantadora, que Erik me lleva a conocer mejor, pues se llega a ella mediante los ojos del hermano. Inga, aunque es escritora y en la novela se trata el asunto, aparece a mis ojos básicamente como la viuda de un escritor de culto. Ese precisamente es el eje fundamental de su historia, su vida después de la muerte de él, Max Blaustein, y cómo entender a su marido muerto, comprender su propia relación y descubrir sus secretos, evitar que su pasado haga daño a Sonia, la hija de ambos, quien a su vez mantiene una relación muy especial con Erik, quien ha pasado a ocupar el lugar del padre y se cuida de ambas, hermana y sobrina. Poco a poco Inga intenta rehacer su vida, intentando que se la ame por sí misma, no por ser la viuda de Max (curioso, ¿serán esos los demonios de la escritora?), a la vez que encara la historia de su marido y enfrentándose al acoso de los periodistas que buscan carnaza: sus secretos. Pero en la sombra Burton la acompaña para protegerla sin que ella sepa nada, dando cuenta de sus pesquisas a Erik, que asiste asombrado a las proezas de un hombre que ha estado enamorado de su hermana toda la vida. Burton encarna al amor simple, sin paliativos: enternecedor.

Es curioso que, al igual que la novela de Auster “Un hombre en la oscuridad”, la sombra de las torres gemelas está muy presente en la novela, es como si a través de unas pinceladas Siri Husvedt quisiera inmortalizar en su obra el horror que ha quedado impreso para siempre en su vida, en su propia retina.

Es una novela completa, una muestra de buena literatura, que no juega con las tretas de ciertas novelas de renombre, que saben manejar la intriga y poco más. En “Elegía para un americano” he asistido a unos personajes trabajados psicológicamente con una maestría magnífica, una historia a varias bandas en que las memorias del padre se convierte en coadyuvante, en voz en off en toda la narración, lo mismo que el propio padre de la escritora, pues son extractos de sus memorias. Pondría pegas al inicio de la novela, en el sentido que promete un secreto que a mí me dejo un poco fría, no obstante, el proceso de investigación del mismo es sumamente rico y puedo decir que lo compensa. En resumen, no hay que esperar grandes intrigas, sino saborear página a página esta gran novela, regodearse en el placer lento que va dando su lectura, sin grandes sobresaltos, pero en la que todas las páginas son parte de algo más grande y en la que todo tiene sentido y adquiere vida propia. Esta novela me ha hecho descubrir a una escritora que me despierta el interés suficiente como para seguir leyéndola. La recomiendo encarecidamente, hay que descubrirla.

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